Nace el siglo asiático alumbrado por el ascenso irresistible de china

La confrontación desatada por el ascenso de China y el declive de Estados Unidos marca el nacimiento del siglo asiático, según el antiguo diplomático de Singapur y analista político, Kishore Mahbubani, en su libro “¿Ganó China? El desafío chino a la primacía estadounidense”, publicado en 2020.

Considera que los doscientos años de hegemonía Occidental “fueron una aberración”, ya que las dos economías más grandes del mundo durante los mil años anteriores a 1824 fueron la china y la india. Sostiene que estas civilizaciones milenarias rejuvenecieron, aprendieron de Occidente, en pocas décadas recuperaron su dinamismo y sus economía dominarán el siglo XXI, iniciado por las desastrosas intervenciones de Estados Unidos en Afganistan e Irak tras los atentados de 2001.

Mahbubani afirma que las nuevas potencias económicas asiáticas no son solo China, India, y las potencias medianas, Corea del Sur y Japón, sino que los países de la ASEAN, la segunda comunidad de países mas exitosa después de la Union Europea, con 650 millones de habitantes, será en 2050 la cuarte economía del planeta. La integran Singapur, Malasia, Indonesia Tailandia, Filipinas, Vietnam, Laos y Camboya, Birmania y Brunei.

Sostiene que la economía de Estados Unidos fue la locomotora que permitió prosperar a la economía china, en 1980 un décimo de la estadounidense en Paridad de Poder de Compra (PPP en ingles) y la superó en 2014, es decir en tamaño de mercado. En un lustro podría superarla en Producto Interno Bruto (PIB). Muhbubani afirma que los últimos 40 años fueron los mejores en desarrollo humano de los 4.000 de historia de China. Con sus 1.400 millones de habitantes contra 340 de Estados Unidos, y una superficie mayor, China impulsa el resurgimiento económico de Asia.

El gran error estratégico de Washington es haberse lanzado a una confrontación con China sin estrategia geopolítica, porque no tiene objetivos claros, escribe Mahbubani y afirma haber coincidido al respecto en una conversación con Henry Kissinger en 2021. Washington actúa a los manotazos, a pesar de que su principal consenso bipartidista, o el único, es que China es el enemigo a combatir para conservar su primacía. Mahbubani afirma que el ascenso de China es imparable, y que China no representa una amenaza para Estados Unidos.

En el prefacio a la edición de bolsillo de 2022, el singapurense cita a Kissinger, el artífice durante la presidencia de Richard Nixon del acercamiento entre Washington y Pekín en 1972, quien advirtió del peligro de permitir que la relación sino-estadounidense se deteriore aun mas.

“Si no llegamos a un entendimiento con China entonces estaremos en la pre Primera Guerra Mundial. Un tipo de situación en Europa en la que conflictos perennes se resuelven con inmediatismo, pero en algún momento uno escapa fuera de control… Un conflicto entre países que poseen alta tecnología con armas que pueden autodispararse y que ellas mismas pueden desatar el conflicto, sin un acuerdo sobre algún tipo de retención no puede terminar bien”, le dijo Kissinger.

Otro error de Washington, según Mahbubani es considerar su confrontación con China como una repetición de la guerra fría, y su asimilación del Partido Comunista chino al Partido Comunista soviético. En su opinión, el PCCH se nutre de la cultura milenaria china, antes que del marxismo leninismo, una ideología occidental. Recluta a los mejores cerebros de China. inspirado en el mandarinato imperial. El ideal chino es la armonía y su trauma histórico el caos, porque cuando ha surgido ha provocado millones de muertos. Por eso, según Mahbubani, la población china acepta un gobierno autoritario, siempre y cuando satisfaga sus expectativas de mejorar sus condiciones de vida, y las de sus hijos.

Considera que el gran error estratégico en que incurrió China fue alienarse a la comunidad de inversores estadounidenses, que fueran sus grandes aliados. Cuando Trump impuso las primeras tarifas contra China en su primer mandato, esta comunidad sorprendentemente las apoyó. Le recriminan presiones para obtener transferencia de tecnología, robo de propiedad intelectual, imposición de barreras no tarifarias. Mahbubani lo explica por la descentralización de la relación con los inversores en las autoridades provinciales e incluso municipales.

Cita al ex secretario del Tesoro, Hank Paulson, que fue favorable a China, en una conferencia en Singapur en 2018: “17 años después de su ingreso a la Organización Mundial de Comercio, China aun no ha abierto su economía a la competencia extranjera en tantas áreas. Mantiene requisito de emprendimiento conjunto y limites a la propiedad. Y utiliza reglamentaciones técnicas, subsidios, procedimientos de licencias, regulaciones como barreras no tarifarias. Casi 20 años después de entrar a la OMC esto es inaceptable”.

Después del su ingreso a la OMC en 2001, el PIB de China explotó, creció de 1,2 billones de dólares en 2000 a 11,1 billones en 2015. El estancamiento de los salarios del 50% menos favorecido de la población de EEUU tuvo que ver en parte con con la inyección de millones de trabajadores chinos con salarios muy bajos a la economía global. Los lideres estadounidense no se prepararon para este choque estructural. Muchos países europeos invirtieron entre 1 y 3% de su PIB para re entrenar a sus trabajadores, mientras que sus colegas estadounidenses tuvieron que arreglárselas solos.

Otro error de Beijing según el singapurense, fue la actitud arrogante que adoptó en ocasión de la crisis financiera global de 2008, que no afectó su economía. China tomó entonces medidas desacertadas en el mar del Sur de Chinas, aunque Mahbubani sostiene que no fue el país que empezó, y que la Marina estadounidense incurrió en reiteradas provocaciones.

El gran trauma nacional chino fueron los mas de 100 años de humillación, que le infligieron las potencias coloniales a partir de 1840 con la guerra del opio, lanzada por Gran Bretaña, y el saqueo e incendio del palacio imperial de verano por tropas inglesas y francesas, un conjunto de maravillas arquitectónicas, 8 veces mas grande que el Vaticano, con tesoros de esta civilización 4 veces milenaria. El orgullo y la susceptibilidad China es algo que la clase política estadounidense, y en particular Trump y sus adláteres, no entienden.

Por eso, Taiwan es una linea roja para Beijing, el ultimo remanente de los 100 años de humillación, China perdió Taiwan en una guerra con Japón en 1894-95 y después de la Primera Guerra Mundial, a pesar de las promesas de los aliados, en vez de devolver la isla a China se la entregaron a Japón. Una declaración de independencia de Taiwan o el estacionamiento de tropas estadounidenses son Casus Belli para China.

El Secretario de Defensa de Trump, Pete Hagseth, afirmó el sábado 31 de mayo que la invasión de Taiwan por China es” inminente” y provocará una “conflagración de efectos impredecibles en el Indo-Pacifico”, durante una reunión de la ASEAN en Singapur. Instó a los países miembros a aumentar sus gastos de defensa. Otra afronta. China respondió que Estados Unidos “no debe jugar con fuego” y le recordó que Taiwan es un asunto interno de China.

En el primer gobierno Trump, los lideres chinos se indignaron por el ataque contra su empresa estrella, Huawei, y las primeras tarifas en su contra. Y aun más ahora con las nuevas tarifas, las limitaciones a las exportaciones de impresoras de semiconductores y la suspensión de visados a estudiantes chinos.

Xi Jinping respondió finalmente a las llamadas de Trump el 5 de junio tras un silencio de 5 meses. Acordaron iniciar negociaciones.

El antiguo diplomático singapurense, que representó a su país durante diez años en las Naciones Unidas, destaca también el racismo que marca esta gran transformación histórica. Ha resurgido el miedo atávico al “peligro amarillo”, alimentado en Occidente por las invasiones mongolas, desde los Hunos, que aceleraron el derrumbe del impero romano, a Gengis Khan, y mas recientemente por el triunfo de la revolución china y la guerra de Corea. Es la primera vez en la historia que Occidente es desafiado por un gran poder “no caucásico”, como afirmó Kiron Skinner, la ex Directora de Planificación Política del Departamento de Estado en el primer gobierno Trump.

Mahbubani sostiene que la gran sociedad de clase media es actualmente China, por su tamaño, y ya no más Estados Unidos, donde el 50% mas pobre ha visto caer su nivel de vida desde los años 80 del siglo pasado. De ahí el desafío que tendrá el PCCH cuando las clases medias reclamen su participación en las decisiones políticas, económicas, sociales, escribe Mahbubani.

El declive estadounidense comenzó entre las décadas del setenta y del ochenta del siglo pasado. El siglo estadounidense había comenzado a fines del siglo XIX, cuando su economía alcanzó el primer lugar en el mundo. El imperio ingles estaba en declive y el imperio alemán disputaba la primacía en Europa. Estados Unidos, siempre expansionista, había ingresado al club de las potencias coloniales, pero en política exterior mantenía su aislacionismo.

El declive de Estados Unidos se debió, como el de otras grandes potencias que le precedieron, a su sobreextensión militar en el mundo, sus enormes gastos en armamentos, en su caso impulsados por los lobbies del complejo militar-industrial, y la multiplicación de sus guerras. Como afirma Paul Kennedy en su clásico “Ascenso y caída de las grandes potencias”, así le sucedió a los romanos, a los españoles, a los ingleses.

Por otro lado, Estados Unidos se ha convertido en un país deudor, después de haber sido el gran acreedor del planeta tras la Segunda Guerra Mundial. Las medidas de Trump lo fragilizaron aun más, y “amenazan su gran vulnerabilidad, su talón de Aquiles, el dolar,” que le ha permitido vivir por encima de lo que produce, destaca Mahbubani.

Insiste que China no amenaza la prosperidad estadounidense, la que en realidad constituye una baza para la economía china, que ha contribuido y seguirá contribuyendo a su crecimiento. Afirma que tampoco constituye una amenaza militar, dada la primacía absoluta de Estados Unidos en este terreno. Su libro apunta a que estos dos grandes poderes se entiendan, eviten un conflicto catastrófico y cooperen para resolver los grandes problemas del planeta.

Su originalidad reside en la visión asiática de la emergencia de China y del rejuvenecimiento de las sociedades milenarias de Asia, que están desplazando el eje de la civilización contemporánea. Esta visión no aparece en el discurso de la lideres políticos occidentales ni en el relato de sus medios de comunicación.

Singapur y Hong Kong, dos retazos del imperio británico, fueron los modelos que utilizó Deng Xiaoping para la transformación de China en una economía de mercado abierta a la a inversión extranjera,. Su gran consejero fue el autócrata de la ciudad del estrecho, Lee Kuan Yew. Singapur, con 5 millones de habitantes, es una potencia tecnológica y financiera, con inversiones estadounidenses de 274.000 millones de dólares en 2017, superiores a las realizadas en importantes países aliados como Australia, Japón, India y Corea del Sur. Con una mayoría de población china, Singapur también tiene poblaciones de origen malayo e indio. Los padres de Mahbubani emigraron desde el actual Pakistan debido a la violencia que desató la partición de la India en 1948, por lo que también tiene vínculos con la civilización islámica.

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